lunes, 17 de marzo de 2008

La brecha digital.

Las sociedades modernas han ido abandonando cada vez más la producción en serie y las fábricas para comenzar a utilizar nuevas técnicas, nuevos tipos de energía y formas de producción. De esta manera la "sociedad industrial" pasó a ser "sociedad postindustrial" y ésta, a su vez, ha pasado a ser "sociedad de la información".

Actualmente la economía se asienta en la información. Es la principal materia prima en el modo de producción de las sociedades llamadas "desarrolladas". A este respecto Balsemao nos dice que "cada vez se produce más información, cada vez son más las personas que dependen de la información para trabajar y vivir. [...] Las entidades financieras, las bolsas, las empresas nacionales y multinacionales dependen de los nuevos sistemas de información..." En este sentido, la globalización económica es posible gracias a los nuevos medios de información y comunicación, especialmente Internet. En consecuencia, las sociedades que no tienen acceso a la red y a la información vehiculada por ella, no pueden subir al tren de ese “desarrollo” de la economía de mercado.

La globalización que nos proponen desde casi todas las instancias económicas y políticas no es tal globalización, y es sólo posible para unos pocos. Sabemos que no todas las sociedades compiten en igualdad de oportunidades en ese “mercado libre”, es el poder del capital y de poderosos organismos económico-financieros los que establecen las reglas del juego. La sociedad informacional, aquella que ha convertido a la información en el principal elemento para la competencia mercantil, ha abierto esa “brecha digital” que divide al mundo en dos partes: una tiene los medios para competir en la economía global y la otra se queda radicalmente fuera del sistema, lo que en palabras de Marco Silva supondría la “infoexclusión” de estas sociedades. Este autor nos dice además que “hay aspectos altamente inquietantes que se ven agravados con la sociedad de la información, la cibercultura o la era digital. Junto con la infoexlusión […] se produce la vieja separación entre la cima y la base de la pirámide, ahora en forma de `inforricos´ e `infopobres´. El acceso a Internet depende del capital económico y cultural. Este hecho crea un nuevo analfabeto: el info-analfabeto”.

El caudal de información y datos con el que los medios nos bombardean diariamente no nos permite, sin embargo, entender mejor lo que ocurre en nuestro entorno inmediato y en el planeta, ni nos permite tampoco comprendernos mejor a nosotros mismos. Este exceso de información puede ser sinónimo de desinformación. Según datos proporcionados por la UNESCO, 273 de los 300 principales medios de comunicación son propiedad de empresas de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. Pero esto no se traduce en producción de conocimiento, ni educación, ni desarrollo social: tan solo tenemos mensajes creados por las élites que manejan los medios y transmisión vertical de información a una audiencia pasiva. En palabras de Raúl Trejo “consumimos información con cierta sensación de aturdimiento y difuminación de nuestras capacidades críticas”. En este sentido, la brecha digital se abre igualmente en el llamado “primer mundo”, con lo que las sociedades que disponen de la posibilidad de acceder a la información también tienen “infoexclusión” e info-analfabetismo. Marco Silva nos recuerda que “la participación, y no sólo el acceso a las tecnologías digitales, es la verdadera inclusión. No basta con democratizar el acceso a los medios digitales de información. Es necesario educar a las comunidades excluidas. […] El combate a la infoexclusión no debe limitarse al acceso al ordenador conectado a Internet”. Estoy completamente de acuerdo con la idea de este autor.

Desde la economía global y la industria tecnológica se nos quiere vender el acceso al ordenador y a la red como elemento de desarrollo e inclusión social. Esta “democratización” en el acceso a las nuevas tecnologías, sólo supone darnos la posibilidad de aprender a manejar las máquinas siendo receptores pasivos de los mensajes que otros crean. Los “progresistas” planes de desarrollo tecnológico-formativo son a veces más parecidos a campañas de marketing para vender tecnología o conseguir votos, que verdaderos planes educativos para llevar a cabo la alfabetización digital. Los mensajes que vehiculan los medios siguen siendo cerrados, y son creados y transmitidos por unos pocos que constituyen una nueva élite.

En las denominadas sociedades “desarrolladas” todos tenemos acceso a la información, pero lo que nos sitúa en un lado u otro de la brecha digital no es el mero acceso a lo datos transmitidos por los medios, sino la capacidad de transformar esos datos y esa información en verdadero conocimiento. Unos tienen la posibilidad de utilizar las tecnologías y crear mensajes con ellas, otros simplemente debemos conformarnos con saber manejar las máquinas y ser receptores pasivos, como en el modelo comunicativo-educativo “bancario” del que nos hablara el gran Paulo Freire. De la misma forma, la integración de las nuevas tecnologías en las aulas, se hace desde el discurso de esa “modernización de la enseñanza” que terminará de una vez por todas, según ellos, con todos los problemas que acarrea el sistema educativo. Pero estamos ante el mismo error. El simple acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación no suponen desarrollo humano ni son sinónimo de educación. La infoexclusión y la brecha digital van más allá de la posibilidad de acceder a la información, y la alfabetización digital es “algo más que ratones y teclas” como nos recuerda Alfonso Gutiérrez Martín en uno de sus libros.

Nos encontramos por tanto en un momento en el que podemos integrar los medios y seguir reproduciendo esquemas educativos del pasado. No olvidemos que el lápiz y el libro de texto son también medios de comunicación, igual que el ordenador y la pizarra electrónica los son, y que esos medios pueden usarse en un sentido u otro: para hacer que estudiantes y audiencias reciban pasivamente los mensajes o para fomentar el pensamiento crítico y la creación de “contranarrativas”. De la misma forma, podemos introducir las tecnologías digitales en comunidades y países infoexcluídos, deslumbrarles con el atractivo de estos medios y, sin embargo, dejar que sigan perteneciendo a esa parte del mundo a la que interesa tener dentro del sistema, sabiendo manejar las máquinas, pero sin ninguna capacidad de respuesta crítica.

Cerrar la brecha digital no es solo proporcionar acceso a los ordenadores y a la información disponible. Cerrar la brecha digital supone mucho más que enseñar a manejar las máquinas. Cerrar la brecha digital implica hacer efectivo el derecho de los pueblos y los ciudadanos para crear sus propios mensajes desde su propia visión de la realidad. Pero a los organismos económicos que gobiernan el mundo no les interesa cerrar la brecha digital porque eso significaría dar voz a los que siempre han estado silenciados.

2 comentarios:

Felipe F.A. dijo...

La brecha digital está marcando de nuevo un antes y un después. Tal y como sucediera en la revolución industrial, en la postindustrial y en la actualidad con la tecnológica, se empieza a cuestionar las consecuencias que acarreará a los territorios que no se "suben al carro" por distintas razones, principalmente por que una vez más los países más poderosos han dado un nuevo giro a los mecanismos que la producción debe llevar para mantenerse en los ciclos económicos que toda sociedad "soporta". Este nuevo giro intencionado o no, se implanta en las sociedades más capitalistas y posteriormente se trasladan a las demás zonas geográficas para ir de nuevo con un paso por delante y mantener la hegemonía económica que tanto les gusta. La cuestión que debe plantearse bajo mi opinión es, si en los cambios anteriores no han logrado equipararse a tiempo lo que denominan "países desarrollados" con los "menos desarrollados" ¿cuanto tiempo puede durar éste cambio antes de que llegue otro nuevo? Evidentemente, la respuesta es difícil de saber a día de hoy, pero mirando hacia el pasado en donde se puede comprobar que nunca se ha logrado una equidad en los territorios ¿por qué esta vez se debe intentar y no buscar una alternativa en función de los medios y recursos geográficos?

Considero que un debate mundial sobre estos hechos haría comprender que volver a caer en el mismo error de tirar de una cuerda hacia donde el campo empresarial nos lleva sería un fracaso si no se tiene en cuenta la evolución de cada país... Una alternativa a las diferencias sería vivir con esas diferencias productivas/comunicativas estableciendo nuevos marcos productivos de intercambio por que, ¿cómo surge la brecha digital? ¿no es posible que también se cree desde el ámbito empresarial para "obligar" a los países su "adaptación"?

Si nos paramos a analizar ¿qué es una brecha digital? realmente pierde su significado, es algo abstracto, una denominación de una línea que separa una forma y otra de ejercer sus mecanismos, pero considero que no implica ni que sea mejor ni que sea peor.

Estoy de acuerdo en lo que comenta Ángel en su artículo, y es que ésta brecha digital tiene las consecuencias negativas por las barreras que se les pone al no tener acceso a una nueva forma de conocimiento y un detrimento en su productividad. Aquí realmente es donde yo personalmente también veo el problema, las barreras que se deberían eliminar o luchar por no tener acceso a las nuevas tecnologías, y que como medio al cambio unas alternativas podrían ser las analizadas anteriormente...


Un saludo.
FFA

Mavi dijo...

Y qué decir tras tanto reflexionar sobre este tema..., sólo nos queda actuar, buscando alternativas desde la base, desde los más jóvenes...
Un besazo y enhorabuena por el blog.

mavi